5 de agosto de 2009

Aprendiendo a Ser Mejor...

Sin dudas al completar una ficha de migraciones y entregar tu pasaporte en una oficina de aduanas para su sellado comienzas a sentirte un verdadero viajero. Dejar tu país, para entrar a una nueva cultura, nueva gente, nuevos dialectos...

Así fue que cruzamos el puente que separa La Quiaca de Villazón y nos internamos en Bolivia. Recorriendo su feria y gastando nuestros últimos Pesos Argentinos llegamos a la agencia de turismo “Imperio Inca” donde con una cuota de suerte de nuestro lado, sacamos la excursión al Salar de Uyuni y Lagunas de Colores (Los Lipéz). Solo quedaba lugar para dos personas: Marcelo y yo.

ARGENTINA - BOLIVIA

Freddy -el dueño de la agencia- nos explico todo el trayecto que haríamos y me dio varios papeles con nombres de contactos y direcciones de gente con la que teníamos que encontrarnos en distintos pueblos. Aquí en Bolivia nada es fácil, y menos trasladarse de un lugar a otro. Nuestra expedición al salar recién empezaría en dos días……

Estábamos saliendo para la terminal cuando se acerca Freddy con una pareja de japoneses. Me pregunta si se ingles y me pide el favor de acompañarlos hasta llegar Uyuni ya que no hablaban ni una palabra de español. Debo decir que en un principio no me gusto nada tener de alguna manera que “cargar” con ellos durante casi tres días. Mi avaricia y la imagen que tenia formada de los orientales hicieron que no me caiga bien el pedido de Freddy, aunque de igual manera acepte acompañarlos.

Pero una vez mas, la ignorancia de crearse un estereotipo en este caso, me jugo una mala pasada. Luego de intercambiar nuestros nombres y algunos datos me di cuenta que eran dos personas excelentes. Takao era businessman y Mitzgo arquitecta recién recibida. Ambos eran de Tokio y con 27 años estaban en su luna de miel recorriendo el mundo. Desde su partida habían visitado Santiago de Chile, Ushuaia, Calafate, Iguazú, Buenos Aires, Salta y ahora les tocaba Bolivia, para luego dar lugar a México, Nueva York y Europa… Todo un viaje…

Los dos contestaban a todo con una sonrisa y respondían humildemente y de una manera muy amable. Realmente daba ganas de hablar. Eran ese tipo de gente la cual parece vivir feliz y agradecido a la vida a todo momento. Solo con verlos uno notaba que se amaban, se cuidaban el uno al otro y los dos no dejaban de agradecerme el haberlos ayudado.

Mientras Mitzgo se anotaba nuestros nombres en una mano para poder recordarlos, internamente sentía vergüenza de mi avaricia, de mi soberbia bien argenta. No por nada así nos conocen en el mundo…

DE TUPIZA A UYUNI

Durante esos casi tres días junto a ellos aprendí que a la gente hay que conocerla antes de criticarla, aprendí que siendo amable y respetuoso se consigue todo mucho mas fácil, aprendí a ser agradecido al que te ayuda, aprendí que dedicándole solo un mínimo de tiempo y de ayuda a alguien, éste puede convertirse en un amigo, el cual después de mas de 2 años todavía se acuerda de enviarte un mail intentando escribir en castellano, invitándote a su casa y volviendo a agradecerte por enésima vez la ayuda que les brindaste.

Aprendí a ser un poquito mejor…


1 Comentário:

Santiago dijo...

Muy lindo texto man
La verdad es que tenés mucha razón en lo que decís
Abrazo

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