21 de marzo de 2010

Por La Costa Del Candombre

Al volver de Chile la melancolía por lo que quedo atrás y por lo vivido durante esos 34 días fue inevitable. Recordar anécdotas, personajes, lugares, olores; todo me llevaba a imaginarme nuevamente viajando. Así, intentando transformar esa melancolía en gratos recuerdos y porque no proyectos, tome un calendario y busque el próximo feriado disponible para poder realizar alguna salida. Rápidamente me di cuenta que en apenas un mes y medio llegaba Semana Santa, y porque no utilizarla para seguir viviendo aventuras.

La fecha era casi un hecho, solo faltaba definir el destino. No debía ser demasiado lejos, ya que eran pocos días, pero a su vez, quería que fuese algo que no conociera. Lo primero que se me ocurrió fue Uruguay y la manera mas fácil de llegar era en ferry, pero luego de algunas averiguaciones, me entere que las capacidades estaban casi agotadas y solo quedaban lugares en primera clase, con obviamente precios muy elevados. Ir en auto era otro problema, ya que debido a los absurdos inconvenientes por la papelera Botnia en Fray Bentos, había mas de un puente internacional cortado al transito y debía recorrer muchos kilómetros de mas y perder demasiado tiempo. Solo quedaba una opción: el avión. Buscando por Internet encontré una oferta insuperable, y en algunas horas y luego de comentarlo con Quique (un amigo con quien haríamos el viaje), bastaron un par de clicks para transformar un monitor en un pasaje.

Nos las arreglamos para conseguir algunos días mas aparte de los feriados, llegando a la suma de 6 días, que cualquiera creerá que es poco, pero en ese tiempo planeábamos recorrer la costa Uruguaya desde el Río de la Plata casi hasta la frontera con Brasil. El plan estaba terminado; arribar a Montevideo, la capital Uruguaya, tomar un día para ir a Colonia, y luego haciendo base en la lujuriosa Punta Del Este, recorrer esa zona de la costa pasando por sus playas vecinas mas cercanas como Piriápolis, Punta Ballena y La Barra, para por ultimo intentar llegar a Cabo Polonio o a las desérticas playas de Barra de Valizas.
Todo estaba organizado, y lo que no estaba… se organizaría sobre la marcha. Solo restaba esperar que pasen los pocos días que quedaban para pasar nuevamente por un aeropuerto (esta vez el Jorge Newbery), con la mochila al hombro y nuevamente con la aventura a flor de piel…

2 Comentários:

V dijo...

Emi, podrias, por favor cuidar la camara un poco mas para que podamos ver algunas de tus fotos?

iseka dijo...

Jajajaja!! Tranquila que yo tambien las queria eh... La proxima viajo con mochila de chapa.. asi no la pueden cortar, jeje!!

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