5 de diciembre de 2009

Recompensa Inca

Había llegado el día, era el momento en el cual la distancia entre el motivo principal del viaje y yo comenzaba a recortarse para en cuatro días desaparecer por completo y ubicarme en el corazón del Imperio Inca. Era inminente mi ascenso a Machu Picchu, aunque la caminata en las alturas de las tierras sagradas incas no serían de lo más simple, pero sin dudas le darían un sabor diferente al arribo a la ciudadela…

DIA 1 (12km – 5hs)

Luego de una pasada por Ollantaytambo el bus nos deposita en el Km. 82; punto de partida del Camino Inca. Un puente colgante nos cruza por sobre el Río Urubamba y hace de portal hacia la aventura que apenas estaba en sus primeras horas. El camino que poco a poco se adentra en la inmensa vegetación y la llovizna sobre nosotros hacen que la humedad sea excesiva. El fuerte estruendor del Urubamba, el cual no esta a nuestra vista, nos hace notar que nos acompaña desde cerca y el peso de la mochila sobre nuestras espaldas nos hacen recordar que no las olvidamos en Cusco.KM 82 El camino es increíble, rodeado de montañas, con muchísimos puentes y ruinas que quedan a nuestros lados. Por momentos la lluvia es incesante, grandes cantidades caen desde el cielo y hacen valer la compra de un poncho impermeable en Villazon, aunque el miedo a que se me moje la mochila y mas que nada la bolsa de dormir, no ceso hasta llegar a Wayllabamba (1er campamento), y constatar que todas mis cosas estaban intacta. No hubiese sido nada bueno aguantar toda la noche con la bolsa húmeda, y menos pensando que quedaban aun dos mas por delante. Así luego de cenar una riquísima trucha, cada uno a su carpa para pasar la primer noche dentro del corazón del imperio.

DIA 2 (12km – 7hs)

Que te despierten con un té en la cama suena lindo, pero si son las 5:30am, el té es de coca, la cama no es mas que una bolsa de dormir sobre un finísimo aislante adentro de una carpa y el que te alcanza la infusión no es justamente el mas agraciado del barrio, el despertar deja de ser tan ameno. Rápidamente cada uno debe vestirse, en mi caso con zapatillas mojadas, y remera húmeda, acomodar sus cosas y salir lo antes posible de la carpa para desayunar y comenzar la caminata.

Té, café o cacao, yogurt, cereales, granola, panqueques, tostadas… todo muy completo; nos estaban preparando para una mañana complicada. Un ascenso de 1200mts en apenas unos 9km en el cual sufriríamos hasta el último centímetro. El terreno imperfecto, escalones de piedras muy altos, y un calor insoportable hacían el camino tortuoso. Salimos de un bosque y luego de rodear un cerro vemos el final de la pendiente.SUBIENDOEl abra Warmiwañuscca a 4200 m.s.n.m. parecía inalcanzable. Ahí me di cuenta que es mejor no ver la meta sino hasta llegar a ella. La cabeza de uno inconcientemente quiere acortar tiempos, distancias, quiere estar ya mismo allí, sin embargo esto no hace mas que alejarnos de ella, que hacernos mas difícil el trayecto.

Creo que la última hora la utilice para subir no más de 200 escalones. Imagínense en sus casas, para subir de un piso a otro serán alrededor de 18, 20, cuanto creen que tardarían para subirla 10 o 12 veces? Una hora? Imposible… pero al fin llegue. 1200mts subiendo desde los 3000 m.s.n.m. de Wayllabamba. Desde allí solo quedaba el descenso, que por fácil que parecía maltrataba bastante mis rodillas que ya bastante mal andan…

Por suerte el arrancar la mañana tan temprano hizo que no lleguemos demasiado tarde y podamos descansar desde temprano, esta vez con el sonido de las gotas sobre la carpa, de una noche lluviosa que casi musicalmente me acompañarían hasta el siguiente día.

DIA 3 (16km – 9hs)

Ya no era tan malo el “té despertador”, hasta casi lo sentía necesario para arrancar el día. Otra vez 5:30am todos arriba, desayunar y ponernos en marcha, y aunque el tramo mas duro ya había pasado, nos esperaba el trayecto mas largo: 16km. Desde la noche anterior la lluvia nos seguía de cerca, aunque nos refrescaba del intenso calor del Enero Inca. El camino continuaba en subida, aunque luego de dos horas comenzaría a descender suavemente hasta llegar a Puyupatamarca, desde donde por primera vez identificamos la montaña Machu Picchu (montaña vieja) y por detrás vemos asomarse el pico de granito del Wayna Picchu (montaña joven). Oculto entre estos macizos montañosos estaba nuestro objetivo, la ciudadela inca de Machu Picchu. Parecía tan cerca, y sin embargo nos quedaba bastante por recorrer. Sobre la montaña Machu Picchu, Mario, uno de nuestros guías nos muestra una línea que la rodea. “Por allí estaremos en unas 3 horas”, era el mismo Camino Inca el cual rodea este macizo por una de sus laderas para introducirse en la ciudadela.UN MINUTO DE PAZEl camino comienza a bajar con pendientes mas pronunciadas y el paisaje poco a poco se torna increíble. La vegetación es abundante y como si de una selva se tratase, cuelgan lianas de las copas de los árboles más altos, los cuales tienen sus troncos cubiertos de una especie de verdín intenso que no nos deja ver su corteza marrón. Todo es verde, grandes plantas con hojas gigantescas, arbustos, pasto; hasta las piedras en el camino están impregnadas de moho verdoso bastante resbaladizo. Así luego de atravesar unas tres o cuatro ruinas de un tamaño considerable, llegamos a Wiñaywaina, nuestro ultimo refugio antes del gran día. El ultimo refugio que una vez mas con lluvia nocturna nos haría pasar una noche demasiado corta y de poco descanso.

DIA 4 (6km – 2hs)

La anterior era la ultima noche, y aprovechando que en el refugio vendían cervezas, no dejamos pasar la oportunidad de destapar algunas Cusqueñas y quedarnos charlando hasta tarde, no pensábamos que la mañana siguiente el “te despertador” llegaría dos horas antes de lo normal…

Exactamente a las 3:30am en una oscuridad absoluta y una lluvia un bastante intensa, la linterna y el poncho era lo único que me salvaría. Los porteadores, quienes cargan con las carpas, comida y además se encargan de cocinar y del arme y desarme de las tiendas, deben irse lo antes posible para alcanzar el tren que los devuelve a Ollantaytambo, por lo que mas de uno quedo con la carpa sobre su cabeza. En 5 minutos todo estaba desarmado, y quien no estaba listo, lamentablemente debería estarlo. Un desayuno rápido y comenzar a caminar, esta vez a oscuras, tanteando el hombro del de adelante y pisando mas charcos que tierra firme llegamos al ultimo puesto de control y luego de dos horas como por arte de magia; el Inti Punku. Desde allí aparecen las primeras imágenes de la ciudadela. Digamos que las nubes bajas y la lluvia nos dejaban ver poco, pero sabíamos que ahí estaba. Sabíamos que habíamos llegado.PLAZA CENTRALEn algunos minutos más ingresaríamos ya por fin a Machu Picchu, aunque no les voy a mentir… todos estaban muy contentos, pero yo no. El clima estaba horrendo, casi no veíamos nada, era todo nube y mi impotencia era infinita. Tanto sacrificio y sufrimiento parecía no tener sentido. Así, un tanto enojado deje al grupo, sin importarme que pasara con mi pasaje de tren de retorno -el que tenían los guías-, y me fui a subir al Wayna Picchu. Este macizo de granito parece casi imposible de ser abordado cuando lo observamos desde su base, pero luego de casi una hora, allí estaba, en la cima del Wayna, y fue justo en ese momento cuando el cielo se abrió por completo y el sol emergió entre las nubes para dejarme una visión perfecta de todo el entorno. Fue recién ahí cuando me sentí realizado. Sabía que todo esfuerzo debería recibir su gratificación, y valla si lo recibió.

La vista desde el Wayna era increíble; la ciudadela en forma de cóndor a nuestros pies parece tan diminuta, sin embargo su grandeza es imponente. Pareciera ser parte de la montaña misma desde sus primeras horas de concebida, como si hubiesen crecido juntas, la ciudad, y su entorno.

Baje del Wayna, crucé las ruinas y volví a subir al otro lado; el lado por el cual habíamos entrado en la mañana. Mi cuerpo decía basta, estaba agotadísimo, pero mi cabeza hizo que me olvidase de todo. Me queje del mal clima y el clima cambio, ahora debería hacerlo valer y no podía irme de ahí sin contemplar la ciudadela desde donde siempre la vi por fotos. Así fui el único del grupo que volvió al otro lado, por lo tanto el único con la foto de Machu Picchu con su custodio el Wayna a sus espaldas.MACHU PICCHUDe esta forma, ya lleno de tanta recompensa y tanto regocijo baje a Aguas Calientes, la población más cercana a las ruinas y casi sin importarme los días que quedaban por recorrer en mi viaje, regrese a Cusco sintiéndome completamente realizado…


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