Atardecer Pacífico
Después de 26 días de viaje caracterizados por la aventura y la improvisación en terrenos de montaña y altiplano, llegaba el momento de bajar nuevamente al nivel del mar y tomarse un descanso en las costas del Océano Pacifico. Lima, una ciudad libertada por nuestro compatriota don José de San Martín, supo ser en el pasado el mayor puerto del continente sobre las costas occidentales; el Callao, y hoy es la quinta ciudad mas poblada de America Latina.
Debido a recomendaciones sobre la inseguridad en algunas zonas, algo que es normal en toda metrópoli y más aun en Sudamérica, me aloje en el barrio de Miraflores, a unas diez cuadras del mar, en una de las zonas más bonitas de la ciudad. Con sus calles prolijas y sus plazas cuidadas, sus edificios modernos y su costanera demarcada con palmeras, Miraflores es bella por donde se la mire. Este barrio bohemio, como así también sus vecinos Barranco, San Isidro y Chorrillos, se caracterizan por su vida nocturna, con muchos bares y restaurantes y por ser de alguna manera el centro de finanzas del país, con las centrales de los bancos más importantes del Perú. Para conocer un poco todo esto no tenía más que salir a la calle y recorrer las arterias de la ciudad totalmente a mi gusto. El primer día decidí ir al centro histórico. Así fue como tome un bus, muy similar a los de
Al día siguiente preferí definitivamente tomar un descanso en las playas de Pacifico. Aunque el descanso no se si fuel tal… Las costas de Lima forman desde San Isidro, pasando por Miraflores, Barranco y hasta Chorrillos una especie de bahía de unos 15km de longitud. Según me habían dicho los propios limeños, mientras mas nos acercábamos al Chorrillos, las playas eran aun mejores, y así fue que caminando por la costa llegue casi a la punta de la bahía. El sol sobre mi cabeza estaba fuertísimo, y las ojotas casi se pegaban al asfalto caliente de las calles de la costanera. En una de las ultimas playas de Barranco decidí parar para refrescarme y descansar un poco en la arena, y así luego de algún que otro choclo con manteca comenzar a retornar hacia Miraflores.Llegando a la avenida Larco, sobre la cual estaba el hostel, había un centro comercial con cines, locales de venta y patios de comida. Pase algún tiempo recorriéndolo y cuando me disponía a volver ya para preparar mis cosas para ir al aeropuerto me di cuenta que nunca había visto un atardecer en el mar. Muchas veces había visto amanecer en las costas del Atlántico, pero nunca un atardecer. Así fue que desde la costa, sobre algunas rocas de un espigón, tome mi cámara y me dispuse a esperar por casi una hora como el sol se despedía de mí, y como yo me despedía del Perú. Un país que desde sus costas hasta sus montañas, con su enorme cultura y su riqueza arqueológica, y con la amabilidad de toda su gente me hicieron pasar unos días increíbles, repletos de anécdotas y enseñanzas que me acompañarán por siempre, como este atardecer pacifico, el cual quedara mucho tiempo en mi mente.
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