25 de julio de 2009

Hostel

Yo nunca había dormido en un hostel, hostal, o albergue, y debo decir que aparte de la incertidumbre de no saber con que me iba a encontrar también había cierto temor a que no sea de mi agrado. A veces la ignorancia de uno hace que opine o se cree una imagen de cosas que no conoce. Pero la ignorancia no es no conocer, sino opinar de lo desconocido.

El Andaluz era un hostel pequeño, con la arquitectura similar a la de los antiguos conventillos. Un patio central de baldosas rojizas y alero de chapa era el punto de reunión para los huéspedes que ocupaban las habitaciones que lo rodeaban. Estas de techos muy elevados y con puertas de blancos postigos y banderolas.

Teniendo en cuenta que a principios del Sigo XX los conventillos fueron casa de muchos inmigrantes recién llegados al país, donde se mezclaba gente de todos los idiomas y nacionalidades, creo que El Andaluz de alguna manera mantenía esa esencia mezclando culturas y dándoles también refugio a los viajeros de este nuevo Siglo.

Porque eso es un hostel. Es un lugar donde los viajeros no solo se detienen a descansar y a pasar la noche, sino también a conocer nuevas personas, a mezclarse con sus culturas y a sentirse acompañado. Muchas veces una charla en uno de estos sitios puede significar cambiar de rumbo en un viaje, o crear amistades que la distancia no separara.

Entre algunos neozelandeses, argentinos y españoles, conocimos a Eva. Una alemana con la cual mantuvimos una extensa charla cerveza “Salta” de por medio. Nos contó que estaba en Argentina por una pasantía, estudiando ciencias políticas en Buenos Aires (algo un tanto utópico) y debido a las vacaciones, estaba aprovechando para conocer un poco mas de Sudamérica. Su próximo destino era Cusco y su mayor curiosidad; el mate. Aunque a nosotros nos sea común en otras culturas es algo muy raro que llama mucho la atención. Así fue que intercambiamos el “¿como cebar un mate?” por “¿como armar un cigarrillo?”, además de enseñarle mas de un vocablo bien argento.

EVA

Así paso el tiempo y después de despedirnos de Eva nos dejamos llevar por el sueño. Y así también había pasado mi primer estadía en un hostel, un refugio donde nunca te sentirás solo, por mas que te encuentres en el lugar mas inhóspito del planeta.


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