Hostel
El Andaluz era un hostel pequeño, con la arquitectura similar a la de los antiguos conventillos. Un patio central de baldosas rojizas y alero de chapa era el punto de reunión para los huéspedes que ocupaban las habitaciones que lo rodeaban. Estas de techos muy elevados y con puertas de blancos postigos y banderolas.
Teniendo en cuenta que a principios del Sigo XX los conventillos fueron casa de muchos inmigrantes recién llegados al país, donde se mezclaba gente de todos los idiomas y nacionalidades, creo que El Andaluz de alguna manera mantenía esa esencia mezclando culturas y dándoles también refugio a los viajeros de este nuevo Siglo.
Porque eso es un hostel. Es un lugar donde los viajeros no solo se detienen a descansar y a pasar la noche, sino también a conocer nuevas personas, a mezclarse con sus culturas y a sentirse acompañado. Muchas veces una charla en uno de estos sitios puede significar cambiar de rumbo en un viaje, o crear amistades que la distancia no separara.
Entre algunos neozelandeses, argentinos y españoles, conocimos a Eva. Una alemana con la cual mantuvimos una extensa charla cerveza “

Así paso el tiempo y después de despedirnos de Eva nos dejamos llevar por el sueño. Y así también había pasado mi primer estadía en un hostel, un refugio donde nunca te sentirás solo, por mas que te encuentres en el lugar mas inhóspito del planeta.
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