6 de junio de 2010

Ventana Musical

Hay veces que la ciudad agobia, satura, desgasta y la música, siempre fiel compañera, suele tener la solución a muchas de las cosas de la vida. Uno puede sentirse abandonado, solo, triste, melancólico, y siempre habrá una canción que nos pueda levantar el ánimo y mostrarnos la vida de una manera diferente.

Tenía un poco perdido un disco compilado de reggae que por arte de magia apareció entre algunos papeles en la oficina. Sin darle demasiada importancia lo deje a un lado y unos días después decidí llevarlo conmigo mientras viajaba entre el loco transito porteño y alguna que otra manifestación hacia el centro de Buenos Aires. Bloqueado en la autopista por un accidente, comencé a despreocuparme por llegar tarde a mi destino y a disfrutar un poco mas de la música que estaba escuchando. Sonaba Nonpalidece y entre sus letras una frase quedo resonando en mi cabeza: “…si la ciudad te atrapa, te rodea, agradece tienes la montaña cerca…”, y valla si estaba atrapado. Esa simple frase en medio de una congestión y el agobio de la rutina me hizo en apenas una semana, viajar hacia Sierra de la Ventana, una localidad de no mas de 2000 habitantes, 556km al sur de la Ciudad de Buenos Aires.SIERRA DE LA VENTANA

Parece mentira pero la música influye mucho en la vida cotidiana… o al menos en la mía. Suelo buscar consejos y opiniones en ella, y hasta a veces sin darme cuenta puedo volverme masoquista escuchando temas que no hacen más que profundizar heridas ya abiertas. Así puedo taladrarme la cabeza con Sabina y sus desamores sin sentido; o porque no confundirme escuchando algunos temas de Almafuerte donde los consejos a ser uno mismo en “Se vos”, se vuelven contradictorios en las consecuencias de “Por ser yo”.

De esta manera la música me llevo al relax de las sierras y un pueblo pequeño que me dieron en apenas 3 días el descanso que necesitaba. Sierra de la Ventana posee los cerros mas altos de la provincia de Buenos Aires y tiene la particularidad de que entre su cordón montañoso se encuentre la denominada “Ventana”; una formación rocosa ahuecada que a 1.184 metros de altura forma un orificio de 9 metros de ancho por 11 m de alto.CERRO VENTANA

Protegida dentro del Parque Provincial Ernesto Torquinst, el ascenso a la Ventana debe ser bajo el permiso de los guardaparques, quienes no estaban del todo seguros de dejarme subir debido al frío y a algunas capas de hielo que se suponía podrían llegar a haber en los últimos metros del ascenso. De alguna manera los convencí y antes que se arrepientan de su decisión, ya me encontraba en pleno camino hacia la cima. Luego de aproximadamente una hora, entre los puntos 5 y 6 (el ascenso esta marcado por 10 puntos) venia bajando un guardaparques quien me informo que no se podía seguir debido al hielo y que debería bajar nuevamente. Eso me decepciono bastante ante lo cual le pedí que me dejase descansar un poco para luego comenzar el descenso. Pero mi obstinación pudo más y cuando el oficial desapareció entre algunas rocas, volví a emprender mi camino hacia la cima para alcanzarla unos 45 minutos mas tarde. Desde arriba los paisajes del Valle Ventana son increíbles, pero más increíble aun es la Ventana propiamente dicha. El orificio era mucho mas grande de lo que imaginaba y meterse dentro de él es algo que te genera mas de una duda ante el peligro que representa hacerlo. Al otro lado el precipicio es infinito y cualquier mínimo resbalón me llevaría sin dudas hasta el punto 1 en cuestión de segundos.VALLE VENTANA

Debía regresar rápido antes que el guardaparques se diera cuenta que era mucho tiempo el que se suponía estaba descansando, pero al llegar a la base todo era demasiado obvio y no me dejaron ir hasta luego de dar varias explicaciones, recibir mas de un regaño y pedir las disculpas pertinentes ante mi desobediencia.

Así en apenas tres días entre los cerros de un pueblo que parece dormir la siesta las 24 horas. Un pueblo donde sus calles a veces se aburren de no ser transitadas; un pueblo con una estación donde Serrat podría haberse inspirado para escribir “Penélope”, quien moriría más de una vez antes de ver pasar un tren por ese andén triste y solitario. Un pueblo que me dio la paz suficiente que buscaba para volver a Buenos Aires renovado y con el aire cambiado… el aire de la montaña…

1 Comentário:

Cintia dijo...

“Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel, por mis sueños va, ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje ,luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje, de un no te quiero querer”….. Emi para vos, que mejor frase Sabinera que esta no??? Gracias por ser mis ojos, por fotografiar y recorrer muchos de los paisajes que tanto me gustaría conocer!!! Seguí describiendo cada paisaje como lo haces porque realmente cada palabra, es una caricia al alma!!!! Un abrazo trotamundos!!!

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